jueves, 24 de enero de 2013

EL PRIMOGENITO


Primogénito, en hebreo békór, griego prótótocos y latín primogenitus, es el primer nacido de una pareja humana o de animales irracionales. La p. ha tenido importancia en la historia de la humanidad, para cuestiones de herencia (v.) y otras; particular interés tiene en la Biblia.

      1. La consagración a Dios de los primogénitos. La obligación de consagrar a Dios los primogénitos tanto de los hombres como de los ganados (v. DIEZMOS Y PRIMICIAS I) se encuentra tanto en el Decálogo (Ex 34,19) como en el Código de la Alianza (Ex 22,28-30). Su institución se narra en Ex 13,2.12-16. La crítica asigna el vers. 2 a la tradición sacerdotal y los vers. 3-16 a la tradición yahwista. La primera utiliza la fórmula «conságrame todo primogénito»; la segunda «ofrecerás a Yahwéh todo primogénito» y habla del rescate (13,12.13). La motivación principal para esta institución según la misma tradición yahwista es el recuerdo de la matanza de los primogénitos de Egipto y la salvación de los primogénitos de Israel (Ex 13,14-16). El Deuteronomio se ocupa solamente de los primogénitos (Dt 15,19-23).

      La tradición sacerdotal considera a los levitas (v.) como la sustitución de los primogénitos de Israel desde la intervención divina en Egipto (Num 3,13). Por ello en el rito especial de la consagración de los levitas (Num 8,5-26) el ritual de purificación y oblación está basado en este supuesto de los levitas como donación por los hijos de Israel en sustitución de cuantos abren el seno materno (especialmente los vers. 16-18). Como se ve en los textos de la tradición sacerdotal, la razón de esta consagración está en la dedicación al servicio divino con la exigencia de la oración por todos los hijos de Israel.

      2. El derecho de la primogenitura (hebreo békóráh, griego prototokeia). Entre los hebreos está constatado por la historia de Jacob y Esaú (Gen 35,31-34; 27,36). Comprendía: a) El derecho de tener dos partes en la herencia paterna. Tal corresponde al primer hijo varón del padre. Se le llama mUpat habbékórdh (Dt 21,15-17). Esta doble porción ptsénáyim es la que, en relación con el espíritu de Elías, pide Eliseo (2 Rey 2,9) y la que S. Pablo asigna a los pastores que gobiernan bien (1 Tim 5,17). La opinión más común es que en el antiguo Israel, antes de la especificación del sacerdocio levítico, a los primogénitos correspondía el derecho a la dignidad sacerdotal. Así las más antiguas versiones traducen los ne'árim de Ex 24.5, por primogénitos. La tradición judía está recogida en la Misnith Zebahim XIV,4 (ed. V. Castiglioni, III, Roma 1965, 43). c) Una cierta autoridad cuasi-paternal sobre los hermanos nacidos después (cfr. Gen 37,21.22.30; 42,22.37, para la manera de actuar de Rubén).

      3. El origen último de estas prerrogativas. Se remonta a las tradiciones patriarcales. Al primogénito se le transmitía la bendición y la promesa. «Véndeme la primogenitura», dice Jacob a Esaú (Gen 25,34). De hecho Jacob para recibir la bendición y la promesa se presenta fraudulentamente como primogénito (cfr. Gen 27,19 ss.). Por no haber recibido la bendición es llamado Esaú «profano» en Heb 12,16. Ello indica que la p. llevaba consigo una especial relación de consagración a Dios.

      El texto sagrado nos da la razón de la p. con la siguiente frase: «el primer fruto de su fuerza (del padre)» (Dt 21,17; idéntica expresión en Gen 49,3 en relación con Rubén). El primogénito es, pues, como la primera manifestación y como las primicias de la fuerza viril del padre. Si toda primicia revestía un carácter sagrado, mucho más tratándose del hombre. La mayor dignidad que se atribuía al hijo primogénito y la sacralidad correspondiente puede verse también en el caso del rey de Moab que toma a su hijo primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo ofrece en un momento de angustia extrema, en holocausto sobre la muralla (2 Rey 3,27; en el mismo sentido, cfr. Gen 22,2.12.16 y Mich 6,7). La muerte del primogénito es por ello objeto de amargo llanto (Zach 12,10) y la mayor desgracia que puede ocurrir a una familia (los 6,26). De aquí lo terrible de la plaga infligida a Egipto con la muerte de los primogénitos (Ex 11,5; 12,29-30; 13,15). Otras razones para la preeminencia, p. ej., de índole económica han podido influir, pero secundariamente.
      4. Dimensión histórico-salvífica de la noción de primogenitura. Tanto en el A. T. como en el N. T. puede verse:

      a) Israel, primogénito de Dios. La relación especial que brota de la elección divina con respecto a su pueblo ha quedado expresada con la noción de primogénito. Ella lleva consigo una dignidad especial de Israel sobre los otros pueblos (connotando simultáneamente que los demás pueblos también pertenecen a Yahwéh; cfr. Ex 19, 5-6). Israel es llamado «mi hijo primogénito» (Ex 4,22).. Por ello Israel será un reino de sacerdotes y una nación santa (Ex 19,6). Por eso es el heredero de las promesas (Ex 6,4 ss.). Notemos, sin embargo, que los textos sagrados atribuidos a la tradición yahwista han destacado la prevalencia de la elección divina contra el derecho de primogenitura. Así Jacob con respecto a Esaú, Efraín con respecto a Manasés y, posteriormente, para suceder a David no será elegido el primogénito, sino Salomón, como tampoco Saúl o David habían sido los primogénitos. Pero en estos casos se trata de una intervención divina que dirige los acontecimientos, sin tener que someterse al derecho consuetudinario de los hombres. En el caso de Jacob es de notar que a causa del crimen cometido por Rubén, el primogénito (Gen 35,22) pierde el derecho de p., que pasa en parte a José (Gen 49,3-4.22.26: recibe una doble parte que se distribuye a sus dos hijos, Efraín y Manasés); pero la parte de preeminencia con la promesa del Mesías es herencia de Judá (Gen 49,8-12). Una tradición rabínica posterior atestiguada por los targumín palestinenses atribuye el sacerdocio a Leví.

      b) Cristo, primogénito. Jesús es llamado el primogénito de María (Mt 1,25; Lc 2,17). Por ello sus padres, siguiendo una costumbre extendida después de la cautividad (Neh 10,36), aprovechan la visita al Templo, con motivo de la purificación de María (Lev 12,2-8), para presentarlo (1,c 2,22; v. PRESENTACIÓN DE JESÚS). Esta costumbre, basada sin duda en algunos textos atribuidos a la tradición sacerdotal, que hablan de «colocar» ante el Señor los primogénitos, era guardada por todas las familias piadosas.

      La excelencia de la dignidad de Cristo se declara también llamándole «primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8,29), «primogénito de los muertos» (Col 1,18; Apc 1,5), «primogénito, es decir, hijo de gloriosa majestad» (Col 1,15; Heb 1,6). Ya el salmo 89,28 habla del Mesías como primogénito. Por ello Jesucristo «tiene todas las prerrogativas que hemos señalado; tiene el sacerdocio, más aún, el sacerdocio supremo (Heb 5,5-10; 7,1-27; 8,1-3; 10,12.14, etc.); tiene la herencia de las naciones); la herencia de todas las cosas (Heb 1,2); herencia sobre todo de la gloria celeste (Rom 8, 17-18); tiene la autoridad, incluso la real.

DERECHOS DE PRIMOGENITURA

Antes de morir el patriarca de una familia, éste reunía a sus hijos a su alrededor para bendecirlos.  Al primogénito lo bendecía de una manera especial, ya que éste se convertiría en el próximo patriarca de la familia.  La gran responsabilidad del primogénito iba acompañada de ciertos privilegios…

Los derechos del primogénito eran los siguientes:
a.  Autoridad en la familia (patriarcado) 
b.  Doble porción de la herencia 
c.  El Nombre del padre (algo así como el “apellido”, hoy en día)

En el caso de Jacob, su primogénito, el primer nacido, era Rubén.  Sin embargo, él no recibió la “bendición de la primogenitura”. (Gen. 49:1-4)  Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días.  (2)  Juntaos y oíd, hijos de Jacob; y escuchad a vuestro padre Israel.  Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder.  Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.  

La Biblia cuenta que Rubén se acostó con una de las concubinas de Jacob (Gen. 35:22).  Esto le costó su primogenitura. 

Pero si Rubén no recibió la bendición de primogénito, ¿a quién le fue dada?  Los que le seguían en orden de nacimiento eran Simeón y Levi, pero tampoco ellos recibieron este derecho por la vergüenza que hicieron pasar a Jacob al vengarse de la violación de su hermana Dina (Gen. 34).
(Génesis 49:5-7)  Simeón y Leví son hermanos: Instrumentos de crueldad hay en sus habitaciones. (6)  En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro.  (7)  Maldito su furor, que fue fiero; y su ira, que fue dura: Yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel.

Ni Rubén, ni Simeón, ni Levi recibieron la bendición del primogénito.  En el primer libro de Crónicas explica a quien le fue dado este privilegio: (1 Crónicas 5: 1-2)  Los hijos de Rubén primogénito, de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José.

Los derechos de primogenitura (autoridad, doble porción y el nombre del padre) fueron divididos entre José y Judá.  Veamos uno por uno:

a.  AUTORIDAD  (para Judá)
A Judá le fue dada la autoridad entre los hijos de Israel. (Génesis 49:8-10)  Judá, te alabarán tus hermanos: Tu mano en la cerviz de tus enemigos: Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.  (9)  Cachorro de león es Judá: De la presa subiste, hijo mío: Se encorvó, se echó como león, así como león viejo; ¿quién lo despertará?  (10)  No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; y a él se congregarán los pueblos.

Judá recibió el honor de ser la tribu real de Israel, representada por el “cetro”, símbolo de gobierno. De su linaje iban a venir los reyes de Israel, el primero de los cuales fue David.  [Nota: el primer rey fue Saúl, de la tribu de Benjamín, pero él fue el rey conforme al deseo del pueblo, mientras que David fue el rey conforme al corazón de Dios]. 

La bendición que Jacob le dio a Judá es una “sombra profética” del Mesías Yeshua (Jesús), quien viene de la tribu de Judá, específicamente del linaje de David. La palabra “Silo” literalmente significa: el Enviado. 


b.  DOBLE PORCIÓN (para José)
Como ya mencionamos, el primogénito recibía una doble porción de la herencia.  En el caso de Jacob, él dio la doble porción a José, en la forma de tribus.  A José le tocaron dos tribus, representadas por sus hijos Efraín y Manasés (Gen. 41:50-52). Ambos hijos habían nacido en Egipto, pero Jacob los adoptó.  Así fueron recibidos al mismo nivel que el resto de la descendencia de Jacob (Gen. 48:5-6).  Esta es una bella imagen de cómo el Señor adopta a los gentiles para formar parte de la familia de Dios (Rom. 11:24-26; Rom. 8:14-17).

La tribu de “José” se multiplicó en dos: tribu de Efraín y tribu de Manasés.  Por esta razón se sabe que eran 13 tribus.  Sin embargo, la Biblia habla de 12 tribus de Israel porque en la repartición de la Tierra Prometida se les dio territorios a todas las tribus (12), menos a Levi, ya que esta tribu fue apartada para servir a Dios.  A ellos sólo se les asignaron ciudades levitas repartidas por todo el territorio de Israel. 

c.  El Nombre del Padre (para José)
Cuando Efraín y Manasés fueron adoptados por Jacob, uno de ellos recibió uno de los derechos del primogénito: el nombre del padre. (Génesis 48:8-16)  Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?  Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí.  Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.  Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver.  Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó.  Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia.  Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra.  Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda, de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.  Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.  Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquese en gran manera en medio de la tierra. 

Jacob no sólo los adoptó, sino que les dio la bendición de Abraham (tierra y descendencia). Además, dijo que en ellos sería perpetuado su nombre: Israel.

Pero, entre los dos hijos de José, uno iba a ser “el mayor”, quien se quedaría con el derecho de la primogenitura...y para sorpresa de José, no iba a ser el hijo que nació primero.
(Gen. 48:17-22)  Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.  Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.  Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.  Y los bendijo aquél día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés  Y puso a Efraín antes de Manasés.  Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres.  Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.” 

[Nota: En la tradición hebrea, la mano derecha bendice al mayor, la izquierda al menor.] 

En la bendición a los hijos de José, Jacob profetizó que Manasés iba a ser un pueblo grande.  Pero luego señaló que Efraín, iba a ser el principal, y su tribu iba a formar una Multitud de naciones (Melo HaGoyim).  Esta palabra en hebreo significa literalmente; “plenitud de los gentiles”.  

Como toda profecía, las palabras no se entienden en el momento, sino hasta después… Seguramente José y sus hijos no sabían lo que estas palabras significaban.  Pero ahora, con el beneficio de la retrospectiva histórica, podemos entender lo que Jacob quiso decir.  Esto es precisamente lo que descubriremos a lo largo de este estudio…Veremos el rol que jugará Efraín, y quiénes son ahora. 

Tal vez mucha gente pasa por alto estos detalles de la primogenitura entre el pueblo de Israel, pero son datos importantes para entender quién conforma el pueblo de Israel, y cómo se dividieron.  También es importante para entender la distinción que se hace entre Judá y Efraín en la profecía bíblica.  Por ahora, lo que debemos entender es que a Efraín le fue dado el derecho de llevar el nombre de “Israel”.